jueves, 27 de octubre de 2016

La responsabilidad del cristiano al gobierno, 1ª parte - John Macarthur - [Transcripción] 2 de 4





La responsabilidad del cristiano al gobierno, 1ª parte 

Escritura: Romanos 13:1

Código: 45-97

John MacArthur

Entonces, Jesús vino a un mundo dominado por la esclavitud y por el gobierno humano, la antítesis absoluta de la democracia, la cual creemos que es tan importante. Todo el poder del estado estaba en las manos de un hombre.

Usted tenía lo mismo en Palestina, en donde el gobernante de Palestina, quien había sido colocado en cierta manera como un rey títere bajo Roma, era un hombre llamado Herodes. Herodes era edomita. Herodes no era judío. Ese gobernante edomita de Palestina, el rey con gran poder, tenía la autoridad absoluta de demandar que todo bebé en cierta región fuera masacrado y nadie podía detener su mano. Él tenía autoridad absoluta sobre la vida y la muerte. Él asesinó a su familia entera, su madre, su esposa, sus hijos; y nadie le pidió cuentas.

; En el tiempo de Jesús, vino al mundo, los impuestos eran exorbitantes. Y, aquellos que trabajaban en el proceso de impuestos, se vendían a sí mismos a Roma, por motivos financieros, extraían impuestos exorbitantes de la gente, y los cargaban en exceso. De hecho, usted recuerda, ¿no es cierto?, que Zaqueo cuando se convirtió, inmediatamente dijo que, voy a hacer, ¿qué? “Voy a devolver todo lo que he extorsionado”. ¿Cuántas veces? “Cuatro veces”. Lo cual era más bien típico de la especie de situación que se llevaba a cabo. Los recaudadores de impuestos eran extorsionadores.

Entonces, había impuestos injustos. Había un gobierno injusto que no oía nada de la gente. De hecho, César Augusto decretó que a todo el mundo se le debían extraer impuestos; y trató de recaudar impuestos de todo mundo.

Además, Jesús vino a Su pueblo, los judíos, en una situación única para ellos. Ellos estaban bajo los romanos, eran la minoría oprimida que no gozaba de privilegios. No tenían voz en el gobierno romano, tenían que pagar impuestos muy altos, aquellos que trabajaban para el gobierno romano. Ahora, ese es el mundo al que vino Jesús. Ellos ni siquiera sabían nada acerca de la democracia, acerca de votar, acerca de ciertas “libertades” que disfrutamos.

Y, ¿qué dijo Jesús? Él dijo esto: “Dad a César”, ¿qué? “Las cosas que son de César”. Ustedes denle al gobierno lo que se le debe dar. Y, a Dios, ¿qué? Las cosas que son de Dios.

Él no vino con poder y fuerza para derrocar la tiranía romana. Él no buscó el cambio social, Él no intentó eliminar la esclavitud, Él no vino buscando resolver los asuntos políticos o económicos. Ésas no eran las preocupaciones de Su vida y ministerio.

Él no vino a traer un gobierno nuevo, a traer democracia, a promoverla, a hacer que sobresaliera la bandera del judaísmo. Su apelación siempre fue a los corazones de hombres y mujeres como individuos. No a sus libertades políticas, no a sus derechos bajo el gobierno.

Él no participó en derechos civiles, Él no llevó a cabo una cruzada para abolir la injusticia. Él predicó un Evangelio salvador. De tal manera que una vez que el alma de un hombre o una mujer estaba bien con Dios, importa muy poco lo que es el área externa. Él no estaba interesado en un nuevo orden social, sino en un nuevo orden espiritual, la iglesia. Y Él mandó que la iglesia llevara a cabo el mismo tipo de ministerio.

Y escuche, sus problemas en esos días eran mucho más severos que los nuestros, mucho más severos. Inclusive, la gente viviendo de la beneficencia social tiene carros, televisiones y comodidades modernas.

Entonces, tenemos que ver las cosas un poco diferente, creo yo. Cuando venimos a este asunto de cómo un cristiano debe responder a su gobierno, así como lo dije al principio. Los cristianos a lo largo de las generaciones de la iglesia, han tenido que enfrentar y luchar con este asunto. Y tenemos que llegar a alguna conclusión, acerca de cómo encajamos y ¿a qué se nos ha llamado a hacer en esta sociedad en la que vivimos? Y, ¿cuál es nuestra prioridad? Y, ¿cómo debemos vivir? Y, ¿qué derecho tiene el gobierno sobre nosotros, y cuál debe ser nuestra respuesta apropiada a ese derecho?

Y, realmente vivimos en una tensión. Hay una tensión. Digo, para ser honestos con ustedes, en las profundidades de mi corazón, realmente no me preocupan mucho los asuntos políticos, los asuntos económicos, asuntos sociales externos, civiles. Hay una preocupación normal por esas cosas, pero, no ocupan mi mente. Lo que ocupa mi mente son las almas de hombres y mujeres perdidos. ¿Ocupa esto la mente de usted?

Digo, no me preocupa tanto que todo mundo esté feliz y tenga dinero, y tenga salud, como lo que la gente sea salva. Y, solo tengo cierta cantidad de energía, la iglesia tiene cierta cantidad de recursos. Y, creo que lucho un poco con cuántos millones y millones, y millones de dólares están saliendo de manos evangélicas para metas políticas, más que para metas evangelísticas.

Necesitamos estar preocupados, no por la vida externa de la gente, sino por el alma interna de los perdidos. Entonces, hacemos la pregunta: ¿cuál es nuestra responsabilidad hacia el gobierno? ¿Cómo respondemos en la tensión de estar preocupados con el reino de Dios, sin embargo tener que vivir en este mundo y querer ser un buen ciudadano?

En primer lugar, como le señalé, el asunto no es tratar de involucrarnos en política en la sociedad. Lo que Dios nos ha llamado a hacer, son dos cosas, aquí en ese texto. Número uno, viene en el versículo 1: “Sométase toda persona a las autoridades superiores”. La segunda está en el versículo 6: “Pues por esto pagáis también los tributos”. Ahora, ¿quiere oírlo de una manera tan simple como lo puedo decir? El apóstol Pablo dice: “Dos cosas se demandan de usted como cristiano: sométase al gobierno y pague sus impuestos”. ¿Escuchó usted eso?

Sométase al gobierno y pague sus impuestos. Ése es nuestro deber. Más allá de eso, debe estar ocupado en el Reino, ¿verdad? Ocupado haciendo aquello que tiene valor eterno. No es que las otras cosas no son importantes. Es que palidecen en importancia cuando se comparan con la obra del Reino. Ése es el punto central.

Entonces, sométase al gobierno y pague sus impuestos. Eso es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Dad a César lo que es de César”. ¿Qué es lo que César quería? Sumisión y dinero. Someterse a las reglas y leyes, y pague sus impuestos.

Ahora, ¿cómo es que esta sección encaja en esta epístola entera de Romanos? Gran epístola teológica; y de pronto, él se mete a este asunto de la sumisión al gobierno y pagar sus impuestos. Bueno, escuche, encaja de manera hermosa. Simplemente encaja de manera hermosa. De hecho, Pablo la amarra aquí de dos maneras. Su lógica es impecable.

Los primeros 11 capítulos nos hablan de ser justificados por gracia a través de la fe, ¿verdad? Él describe lo que es ser un cristiano. Ahora que usted tiene todo esto por parte de la mano de gracia de Dios, ahora que usted ha recibido todo esto, capitulo 12 versículo 1, ¿haga qué?, ¿cuál es nuestra respuesta? Presente su cuerpo, ¿qué? En sacrificio vivo. Entréguele todo lo que usted es al Señor: su alma, su cuerpo, su mente, su voluntad, entrégueselo todo a Él. Y entonces, aquí está la idea de sacrificio personal. Entréguele todo al Señor.

Ahora, el resultado de eso, sería una relación apropiada con Dios. Usted conocerá y probará cuál es la buena y agradable, y aceptable voluntad de Dios. Entonces, en primer lugar, si yo respondo a la salvación que Dios me ha dado, al darle a Él mi todo, voy a tener una relación correcta con el Señor, voy a conocer Su voluntad y Su propósito, y lo voy a hacer.

En segundo lugar, versículos 13 al 14, él dice: “Ustedes tendrán una relación apropiada con la familia de Dios. Use su don espiritual, ame a la gente, sea amable con ellos, y demás”. Ahí hasta el versículo 13.

Y, después comenzando en el versículo 14 hasta el versículo 21, él dice: “Si su vida es presentada al Señor, también va a tener relaciones correctas con sus amigos no cristianos”. Inclusive los versículos 17 al 21, con sus enemigos. Entonces, el punto aquí es que el cristianismo impacta toda parte de la vida. Y, este realmente es el corazón de la epístola. Todo lo que él ha dicho acerca de la salvación, simplemente es para llegar a esto.

Entonces, él puede decir: “Mira, sabiendo lo que Dios ha hecho por usted, su respuesta necesita ser muy simple. Su respuesta a lo que Dios ha hecho por usted, es darle al Señor su vida, darle su alma, su cuerpo, su corazón, y su mente. Darle todo lo que usted tiene. Y, al darle a Él todo lo que usted tiene, va a encontrar una relación correcta con Él. En la que usted conocerá Su voluntad, la cual es buena, agradable, y perfecta. Una relación correcta el uno con el otro, en donde usted usa su don espiritual y satisface las necesidades de otros. Una relación correcta con los de afuera; aún cuando lo persiguen a usted, usted los va a bendecir. Y, una relación correcta con la gente, de tal manera que si lo lastiman, y si buscan herirlo, y si buscan hacer cosas malas contra usted, usted ni siquiera va a estar vengándose de ellos”.

Y, sigue entonces que si usted tiene vida dedicada a Cristo, usted no solo va a tener una relación correcta con Dios, con otros cristianos, los de afuera y enemigos, sino que va a tener también una relación correcta con las autoridades civiles. Y, son una parte esencial de nuestra vida, porque el gobierno es una institución de Dios.

Entonces, creo que lo que él está diciendo aquí, es que un cristiano comprometido, quien está entregado de manera total al Señor, va a tener una relación correcta con la autoridad civil, ¿cómo? Al someterse a sí mismo al gobierno y al pagar sus impuestos. Ésa es la esencia de lo que él dice.

Ahora, la conexión aquí es maravillosa, realmente. Usted regresa al versículo 19, bueno, versículo 17, realmente. “No paguéis a nadie mal por mal”. Versículo 19: “No se venguen. Mía es la venganza. Yo pagaré”, dice el Señor. Entonces, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale algo de beber, y demás. Vence el mal con el bien, dice el versículo 21.

Entonces, él ha estado hablando acerca de no vengarse, de devolver amor por odio y bien por mal. Y entonces, aquí hay una manera de hacer eso. No importa lo que el gobierno haga, usted se somete. No importa lo que el gobierno hace, usted paga sus impuestos; usted no es violento, usted no es un terrorista, usted no es subversivo.

No hay una brecha de paz, ninguna brecha de paz debe jamás venir por parte de un cristiano. Versículo 18: “En cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. Los cristianos no deben ser aquellos que rompen la paz, que causan problemas; y no hay lugar para la venganza personal, versículo 19. No se vengue. Dios se encarga de eso.

Si somos heridos o defraudados, y hay una manera a través de nuestro sistema de poder recuperar lo que ha sido quitado de nosotros, está bien. Alguien me dijo la semana pasada, ¿quiere decir que si alguien me defrauda en mis negocios y me quita todo mi dinero, y me quita mis negocios, no tengo derecho de responder, de vengarme? Tiene derecho usted de ir a las autoridades apropiadas para tratar de recuperar lo que se ha perdido, pero no tiene derecho de ir más allá de eso, y buscar venganza personal a expensas de la persona de lo hizo.

Si alguien me quita algo, puedo ir a las autoridades, puedo ir a cualquier jurisprudencia a la que puedo llegar y tratar de recuperar, si es justificable el que sea recuperado. Pero, lo que no puedo hacer es darme la vuelta y tratar de despojar a esa persona de todo lo que posee, mediante una venganza, mediante una demanda de venganza egoísta. ¿Entiende usted la diferencia? No debemos ser aquellos que rompen la paz, y no debemos ser aquellos que buscan la venganza para poder satisfacer nuestra sed de sangre.

Dice usted: “Bueno, ¿quién va a hacer eso? ¿Quién va a hacer que las cosas estén bien? ¿De dónde va a venir la justicia?” Y, la respuesta viene en el capítulo 13. La venganza no es la función del individuo, la venganza no es la función de la persona. Dar mal por mal a los hombres, no es la función del cristiano individual; es la función del gobierno.

El principio del Antiguo Testamento, ojo por ojo, y diente por diente, vida por vida, es un principio de gobierno, no de venganza personal. Entonces, no nos vengamos, no buscamos venganza violenta personal. Es la función del gobierno civil, el enfrentar a aquellos que son malhechores.

Entonces, el pasaje nos enseña que cuando cosas criminales han sido hechas en contra de nosotros, devolvemos amor por odio, bien por mal; y, el gobierno se va a encargar del recurso apropiado. Ésa es la función del gobierno y aquí es donde entra, en el capítulo 13.

Entonces, él realmente lo amarra de dos maneras. En el flujo de las cosas con las que un cristiano está relacionado de manera correcta. Y él entonces, como respuesta a esta sección de no vengarse, a la pregunta, bueno, si no vamos a responder si somos defraudados, ¿quién va a ir con esa persona y hacerlos pagar su crimen? ¿Quién va a ir con esa persona y hacerlo pagar por su crimen? La respuesta viene con esto: “Ésa es la función del gobierno”. Y veremos eso, cómo se desarrolla conforme vemos el pasaje.

Ahora, quiero entrar a este pasaje de una manera más. Y, simplemente estoy estableciendo algunos pilares para que todo pueda ser construido de manera clara para usted. En el día de Pablo, este era un asunto muy crítico; un asunto muy crítico. Y, quiero tratar de darle algo de contexto histórico, para que entienda por qué.



Continua....

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Este artículo originalmente apareció aquí en Gracia a Vosotros.


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Nuestro deseo no es que conozcan a un predicador en particular, sino que vean claramente que las respuestas se encuentran en la Biblia, por eso debemos leerla, meditarla y vivirla cada día, pues nuestra fe no debe estar basada en las afirmaciones de un predicador, sino en la Palabra de Dios, la cual es invariable (Jn. 5:39, Mat. 22:29, ) y sigamos el ejemplo de los cristianos de Berea (Hch. 17:11).



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